Hepatitis C

Puedes contraer el virus de la hepatitis C por medio de transfusión sanguínea (esto aplica para transfusiones hechas antes de 1994, ya que ahora la sangre es analizada previamente), transmisión materno-fetal, uso de drogas intravenosas, realización de tatuajes o acupuntura con agujas infectadas.

Asimismo, puedes adquirir hepatitis C si tienes relaciones sexuales con una persona con la infección en la que exista contacto con sangre, tal como puede ocurrir con el sexo anal, sexo vaginal durante la menstruación, el fisting (meter el puño en la vagina o el ano) y la doble penetración (dos romano). 

El riesgo de contraer hepatitis C aumenta significativamente si vives con VIH, por lo que si es tu caso te recomendamos usar condón para reducir el riesgo de transmisión.

La mayoría de las personas con hepatitis C no presentan síntomas hasta avanzada la infección; estos pueden incluir: cansancio, falta de hambre, náusea, dolores musculares o articulares, pérdida de peso. Por lo común, la hepatitis C es una infección que dura muchos años, lo que tiende a provocar cicatrices en el hígado (a esto se le conoce como cirrosis). Muchas personas con cirrosis no presentan síntomas.

La hepatitis C se puede diagnosticar con un simple análisis de sangre. Aunque en la actualidad existen vacunas para prevenir la hepatitis A y B, no hay vacuna para la hepatitis C; no obstante, existe tratamiento gratuito y seguro disponible en el sector salud para su atención.