El día después

Acabó la fiesta...

Es el día siguiente y sientes el cuerpo y los ánimos hasta el suelo. Para los malestares del cuerpo, pues hay varios remedios: comer algo nutritivo, hidratarse bien, descansar adecuadamente, etc. ¿Pero la cruda moral? Esa es más compleja. Si bien no hay una sola forma de tratar la cruda moral, te compartimos algunos tips, esperando sean de ayuda:


Trata de no aislarte de tus amigues y seres queridos. La tentación de ensimismarse es grande por el temor al rechazo o a ser juzgadxs, pero tener una red de apoyo durante el bajón es de mucha ayuda para aliviar el malestar.

Si el día después de la fiesta te topas con mensajes y llamadas perdidas: tómate unos minutos para identificar cómo te encuentras física y emocionalmente, respira, encárgate primero de cubrir tus necesidades básicas y, una vez que te sientas listx: atiende.

Si el día después te duele al orinar: no te preocupes, a todxs les puede pasar, no te sientas mal y acude a consulta con un médicx de confianza.

Si el día después descubres que gastaste toda tu lana en drogas (o te endeudaste o robaste para garantizar tu consumo): trata de ser compasivx contigo mismx, pide ayuda en caso de ser necesario y pregúntate si es momento de tomar decisiones sobre cómo manejas tu consumo.

Si al día siguiente sientes remordimiento o vergüenza por la forma en la que te comportaste estando intoxicadx: a ver, esto puede ser delicado, ya que estas acciones pueden formar parte de un episodio de abuso. Recuerda que un abuso reiterado de drogas, pese a las consecuencias, es un indicador de riesgo para desarrollar una potencial adicción. No está de más recibir una valoración especializada en el tema.

Cuando tus relaciones interpersonales empiezan a verse afectadas, entonces, es momento de parar. Enfrenta la situación o el conflicto con las personas a las que ha afectado tu consumo, explícales lo que sucede y pide ayuda si lo consideras necesario.

Por último pero no menos importante: visitar a un especialista en salud mental siempre es una opción. Acudir con el médico, psicólogo o psiquiatra puede ser intimidante, pero es más común de lo que te imaginas.

¡No estás solx!

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