Explicado de forma sencilla

Las drogas se dividen en 3 categorías según el efecto real que tienen en el cerebro:

Drogas depresoras

Se les conoce así porque deprimen (dah). No es que te pongan triste, sino más bien apagan algunas funciones del cerebro, tales como la inhibición social, la velocidad de reacción, la capacidad de hilar ideas e incluso la coordinación motora (por eso el tío Juan habla barrido y se tropieza cuando empeda en Navidad). Ejemplos de drogas depresoras: Alcohol, opiáceos como la morfina y la heroína, las benzodiacepinas (el famoso “clona”), los inhalables y la marihuana.

Drogas estimulantes

Son sustancias que suelen poner más feliz, empática, eufórica y cachonda a la gente (de manera virtual, ¡eh!), ya que estimulan algunas funciones del cerebro, aunque no todas ni de forma congruente. Ejemplos de drogas estimulantes: Cocaína, piedra, cristal, cafeína y tabaco.

Drogas psicodélicas

Aquellas que causan alteraciones profundas en la percepción de la realidad o que detonan francas alucinaciones (y sí, pueden inducir a ver, escuchar y/o sentir hasta al baby yisus). Histórica y culturalmente, estas sustancias conservan un valor espiritual y religioso en muchas comunidades. Ejemplos de drogas estimulantes: Psilocibina u hongos alucinógenos, la mescalina y el LSD